Cuando vas a empezar las prácticas dos sentimientos encontrados te invaden, la ilusión y el miedo. Por fin te incorporas al mundo laboral en un trabajo para el que te has estado preparando, pero ¿estarás a la altura? La clave es mantener una actitud adecuada y trabajar con empeño.

La imagen que proyectas

Entrar de nuevas en una empresa es como ser el nuevo de un grupo de amigos. Todavía no perteneces al clan, pero despiertas el interés de los demás porque los sacas de la rutina.

  • Por tu edad y por tu inexperiencia emites una imagen alegre y fresca. Esto se ve como un rasgo positivo, no te empeñes en cambiar el semblante por el de alguien que está de vuelta de todo. Por muy tímido que seas, saluda al entrar y despídete al salir.
  • Si te han marcado un horario, sé puntual. En el mundo laboral se tiene mucho más en cuenta que cuando estudiabas. Avisa con antelación si tienes una reunión con tu tutor o si vas a faltar o a incumplir el horario por algún motivo. Asegúrate de que todo queda muy claro.
  • Sé cauto con lo inoportuno. Por ejemplo, si vas a dar tu opinión profesional, es conveniente que elijas un buen momento. Si hay una discusión acalorada entre dos compañeros sobre una forma de proceder, no entres al trapo, ya habrá otra ocasión de exponer tu punto de vista.
  • Ten mano izquierda y trata de llevarte bien con todo el mundo sin ofender a nadie. Nunca sabes de quién aprenderás más o quiénes se convertirán en tus verdaderos contactos.

Tu fuerza de trabajo

Lo definitivo en las prácticas es demostrar cómo trabajas. No te plantees si quieres o puedes quedarte en la empresa cuando finalices, aprovecha el tiempo para aprender y para establecer contactos.

  • Muéstrate dispuesto a ayudar. Si te mantienes activo, no solo conseguirás aprender mucho más, sino que transmitirás mayor confianza. Cumple con las tareas que te vayan asignando lo mejor que puedas y no hagas pereza. Si alguna vez te encargan algo que se sale de tus funciones, no pongas mala cara de primeras, puede ser una oportunidad para captar conocimientos desde otras perspectivas. Pero no dejes que se convierta en un abuso, la ley está de tu mano.
  • Pon atención en los flujos de trabajo, en qué responsabilidades supone cada puesto y en cómo se relacionan los distintos departamentos. Si hay momentos más distendidos, pregunta a tus compañeros a qué se dedican, aunque no pertenezcan a tu departamento.
  • Mantén una actitud proactiva, ofrece alternativas más eficaces a resolución de procedimientos. Si lo haces, prepárate para recibir a veces un rechazo inicial (el tradicional temor al cambio), escucha los contras y toma nota para mejorar la propuesta o para perfeccionar tu argumentación en futuras ocasiones. Si has terminado los quehaceres que te habían asignado, propón tú una tarea para completar la jornada.
  • Trata de reunir todas las dudas que te vayan surgiendo a lo largo del día. Puede que si continúas con el trabajo, encuentres la solución por tus propios medios. Por otro lado, acumular las preguntas te permite relacionar mejor los conceptos y precisar a la persona que te ayude a resolverlas dónde fallas.

Cuando termines las prácticas, intenta mantener vivos los contactos. Recuérdales que existes en los momentos en los que la gente se va de vacaciones y en las épocas de picos de trabajo. El periodo de prácticas puede ser muy fructífero para tu futuro.