Daniel Méndez Morán vive en China desde 2007. Es periodista –editor y locutor en el canal en español de la televisión central de China (CCTV-E)– y decidió marcharse al gigante asiático por una mezcla de fascinación y aventura. «China me parecía –y me parece– la historia más interesante del siglo XXI. Por un lado, estaba la fascinación por un país y una cultura tan diferentes, con una historia tan larga y con un peso demográfico tan importante», cuenta. Pero en su decisión también pesaba el reto profesional. «Pensaba que el desarrollo de China y su creciente influencia internacional me podrían ofrecer más oportunidades laborales como periodista, ya que China estaba comenzando por aquel entonces a recibir mucha atención mediática, ya que los Juegos Olímpicos de 2008 estaban a la vuelta de la esquina».

Daniel compagina su trabajo en televisión, por el que cobra 12.000 yuanes al mes –unos 1.300 euros– con la gestión del portal de información Zai China, que él mismo creó en 2010. Cuando decidió marcharse a Oriente, Daniel recibió un «pequeño» empujón: fue uno de los 38 profesionales que, en 2007, consiguió una beca Asia-Pacífico de la Fundación ICO, un programa dirigido a españoles y a extranjeros residentes en España que quieren acercarse al ámbito empresarial y comercial de China «in situ». La beca consiste en un curso académico en una universidad china, las clases se imparten en chino y en inglés y las materias tienen que ver con el comercio internacional y la realidad jurídica, económica y comercial de los negocios  en China. El plazo para la entrega de solicitudes para la convocatoria de este año se cierra el próximo 8 de abril.

Como Daniel, muchos occidentales han pensado o están pensando en marcharse al gran imperio económico del nuevo milenio. La tentación es fuerte. Se trata ya de la segunda economía del planeta, solo superada por Estados Unidos, con un incremento medio anual del PIB del 10%, aunque en el periodo 2011-2015 han rebajado sus previsiones de crecimiento al 7% por «un reajuste de la industria por las obligaciones medioambientales»,  según ha anunciado el primer ministro chino,Wen Jiabao.

Un camino difícil

Pero, ¿es fácil triunfar profesionalmente en el gigante asiático? «No es muy sencillo para un extranjero abrirse paso en China. Posee una burocracia muy alejada de nuestros usos y costumbres», afirma Miguel Ángel Zuil, socio de la consultora especializada en «headhunting» Boyden, cuya oficina de China es la quinta más importante del mundo para la compañía. Pero hay más. A la imponente burocracia hay que añadirle la diferencia cultural, que pesa más de lo que parece, según Fernando Tomé, director de IEDE Business School. «China no tiene la misma tradición mercantil que Occidente. Ha habido diferentes velocidades de desarrollo entre las dos regiones. China ha sufrido un desarrollo muy rápido, lo que ha provocado muchos desentendimientos, por ejemplo, en los valores, que son muy diferentes, y en cómo ponderamos cada uno de esos valores», dice.

Habla con conocimiento de causa: IEDE Business School ha puesto en marcha «Doing business in China», un programa –dirigido a todos aquellos que quieran lanzarse y probar suerte haciendo negocios en Asia– con la estructura de un MBA, que se imparte en Shangai y en el que se incluyen 50 horas de idioma mandarín.

Por cierto, y ya que está sobre la mesa, la del idioma no es una cuestión nada desdeñable. Según Tomé, «si hablas mandarín facilitas una gran parte de los negocios porque los chinos valoran mucho que hayas hecho el esfuerzo de aprenderlo».

Sobre el terreno, Daniel Méndez comparte el punto de vista de los expertos, aunque se muestra más pesimista. «Conseguir un buen trabajo en este país es bastante más complicado de lo que parece. Los crecimientos de PIB en China y la crisis en Occidente pueden darnos una idea equivocada de las oportunidades laborales reales que existen aquí: son pocas y se necesita mucho tiempo y trabajo para conseguirlas», asegura el periodista. ¿La  razón? Ahora se contrata a chinos, básicamente, porque han mejorado su formación. «Han vuelto del extranjero y hacen el trabajo igual de bien y por menos precio que los extranjeros», afirma.

Sin embargo, Méndez cree que hay tres sectores en los que, ahora mismo, existe demanda de españoles: la enseñanza del castellano, los medios de comunicación en español y la arquitectura: «En los últimos años, Pekín y Shanghai se han llenado de arquitectos españoles, unos profesionales bastante bien valorados en China», observa.

Pero la experiencia laboral de un occidental en China puede llegar a ser un curioso periplo: hay sectores de trabajo temporal donde un extranjero tiene más posibilidades en China que en Europa, según Méndez. Serían empleos de DJ en discotecas, relaciones públicas de bares o restaurantes, músicos o actores… en el sentido más amplio de la palabra: hay empresas que llegan a pagar a un occidental por hacerse pasar por un importante ingeniero, arquitecto o profesor universitario solo para ganar prestigio en  determinadas situaciones. «Son, básicamente, trabajos donde te contratan porque ser blanco aporta prestigio a las empresas», explica.

Haciendo negocios

Quizá para el ciudadano de a pie el camino no sea tan fácil, pero muchas multinacionales ya han puesto un pie en China y esta puede ser una puerta de entrada, si la casa matriz nos envía a cubrir una plaza en el país asiático.  En este caso, «los perfiles más demandados son los directores comerciales, los jefes de proyectos de ingeniería y los gerentes generales que reporten a la central española», afirma Danixa Montero, directora general EMEA de la consultora Employee Mobility Solutions (EMS). 

Las finanzas también pueden ser un nicho de negocio y, por tanto, de trabajo. «Las grandes instituciones financieras están en China. Es un país receptor de capital y el flujo de dinero se ha incrementado mucho», asegura Miguel Ángel Zuil. BBVA, por ejemplo, es ahora el mayor inversor español en China. Tiene una participación del 15% en China Citic Bank y otra del 30% en la entidad con sede en Hong Kong Citic International Financial Holdings (CIFH), que pertenece al mismo conglomerado industrial chino, el más grande del país, CITIC Group.

Pero también el sector industrial chino puede ser una oportunidad para el inversor extranjero. «China ya no es solo el país que copia un producto y lo vende al extranjero. Es el país que más está innovando », asegura Miguel Ángel Zuil, socio de Boyden. Fernando Tomé está de acuerdo. «Tenemos una idea un poco equivocada de la industria china. Pueden producir casi de todo y con calidad, pero hay que ser muy claros a la hora de hacer el pedido», explica el director de IEDE.

Tomé opina que las oportunidades de negocio en China están en el 95% de los sectores y solo habría restricciones en los que tienen una regulación específica. Sin embargo, Méndez no es tan optimista: muchas de estas compañías con casa matriz en Occidente también hace tiempo que vienen contratando trabajadores chinos. Un ejemplo: «Hace un año estuve hablando con el represante de ALSA en China –una de las primeras empresas que llegó al país, con un negocio muy importante– y me decía que solo había dos españoles trabajando aquí», explica Méndez.

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