Artículo de José Luis Casero Presidente de ARHOE-Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles

Dejémonos de paños calientes y de cierta hipocresía social. España es tan diferente a otros países como otros países son distintos entre ellos, pero todos deberían tener el objetivo de mejorar la vida de sus ciudadanos, de sus empresas, de dotar de servicios públicos satisfactorios a su población y de un largo etcétera. Queremos alcanzar objetivos, pero el simple deseo no basta sino que ha de responder a un plan que exige acuerdos y buenas voluntades, y sobre todo acción y esfuerzos de todos. Vayamos por partes.

Diferencias con nuestro entorno

No es de recibo que España —gran país, por cierto— lidere los ranking negativos en la Unión Europea sobre fracaso escolar, productividad media —les recuerdo que somos la cuarta economía en Europa—, escasa conciliación, dormimos una hora menos que nuestros vecinos europeos… Este Spain is different no nos ha llevado a lo que creo que deseamos todos los ciudadanos. En el XI Congreso Nacional para Racionalizar los Horarios Españoles, celebrado los días 15 y 16 de noviembre, hemos tenido la oportunidad de contrastar el estado actual de la conciliación, la igualdad y la productividad con expertos de diferentes entornos (empresariales, sindicales, asociativos, universitarios, medios de comunicación…) y parece que el diagnóstico es algo en lo que todos hemos coincidido: deseamos más productividad, más conciliación, más igualdad y sabemos cómo conseguirlo, aunque a veces el temor y la costumbre nos arrastran a seguir haciendo las cosas igual que antes.

Trabajo en la dirección adecuada

Respecto a las nuevas generaciones, nos encontramos con que son nativos digitales que no tienen barreras mentales de jornadas rígidas y están exigiendo lo que es natural en los tiempos que vivimos: más flexibilidad de espacio y de tiempo. Siendo conscientes de que conciliar representa una actitud, una competencia de liderazgo que se debe aprender a lo largo de toda la vida, tendría que empezar a desarrollarse desde la etapa escolar con una agenda adecuada por parte de los responsables en la educación de los más jóvenes: las familias primero y los centros educativos acompañando en esta importante labor. Queremos que el Ministerio de Educación no obvie estas competencias básicas para el desarrollo de la persona y colidere esta materia junto a las Comunidades Autónomas; y que las familias no olviden su responsabilidad primara en este tema, ya que son los máximos responsables de la educación de los hijos. La conciliación no representa un debate entre generaciones, ya que los valores y prioridades son cambiantes, no así las necesidades de conciliación.

Siguiendo con esta línea, los varones debemos asumir el protagonismo en la conciliación que nos toca. Quédense con esta sencilla palabra: corresponsables. Es decir, no nos toca ayudar, sino asumir nuestros derechos y obligaciones de manera equitativa. En la distribución del tiempo, el reparto ha de ser justo e igualitario y esto solo se consigue desde la escucha, la reflexión, la mirada al otro, con empatía, dialogando y negociando para llegar así a una corresponsabilidad consciente. La introducción del hombre en los espacios de cuidado es el producto de los cambios de valores que se están produciendo. Es cierto que la crisis lo ha motivado, pero en cualquier caso debe ser un elemento que ha de quedarse con nosotros haya o no crisis económica. Es un principio de justicia e igualdad que no podemos olvidar.

Responsabilidad para conciliar de los hombres

Poner en marcha medidas

Y ya que hablamos de estos dos principios básicos que tanto creemos que disfrutamos, debemos aplicarlos en el mundo empresarial y laboral —sí, en los dos—, ya que marcan la vida diaria de las personas en cualquier país. Pero no a cualquier precio. Las empresas dicen —por cierto, yo también tengo una empresa— que la valoración de un empleado debería depender de su rendimiento y del valor que aporte al negocio, no de las horas de presencia en la oficina. Todos sabemos que presencia no es sinónimo de rendimiento y sin embargo, todos conocemos ejemplos en los que parece que solo importa el tiempo de estancia en la empresa y no la hora productiva. Partiendo de que la flexibilidad debe ser una opción y no una imposición, las empresas han de proporcionar palancas necesarias para que cada persona pueda definir su estrategia de conciliación desde el compromiso y la corresponsabilidad. Aspectos como el teletrabajo, bancos de horas o la flexibilidad en la entrada y en la salida deben ser medidas de cambio inicial que mejoren no solo un derecho fundamental como es la conciliación, sino también la productividad de las empresas.

Todas estas medidas y otras que ha propuesto ARHOE de calado familiar (mejora de servicios públicos de guarderías y servicios escolares), empresarial (rebaja de impuesto de sociedades e IRPF para empresas que favorezcan la conciliación de manera real), y social (como la finalización del prime time a las 23:00 h como regla general) son asumidas en términos mayoritarios por la sociedad española y están a la espera de que los responsables del Gobierno den los pasos oportunos. Ya están de acuerdo en algo las cuatro fuerzas políticas que contemplaban en sus programas electorales estas acciones de manera concreta. Ahora solo falta que el Gobierno lidere con sus herramientas disponibles este proceso que iniciamos desde la sociedad civil y que las fuerzas políticas no pongan obstáculos partidistas en algo que francamente no debería entender de ideologías. La conciliación es un derecho no negociable que nos afecta a todos. Es hora de poner a nuestro país en hora con Europa.